El fútbol ya no es tan mal visto por los intelectuales. No hay noticia ni novedades. El deporte más popular del mundo es pasión de multitudes y también de unos pocos. Todavía existen los que prefieren el rugby, el béisbol o algún deporte extravagante. Los deportes de elite no tienen historias para contar o nadie se anima a contarlas. El fútbol también es literatura y tiene historias guardadas en el rectángulo verde. El escenario más buscado por los argentinos.
"En un partido de fútbol caben infinidad de novelescos episodios", dice Alejandro Dolina. "El fútbol es un deporte estéticamente feo: once jugadores contra once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos" dijo Jorge Luis Borges marcando una frontera entre los intelectuales amantes del fútbol y aquellos que les parece un juego estúpido.
Pero la discusión se planteó en otro campo de batalla. ¿Podía el fútbol fusionarse con la literatura? ¿Un deporte popular y una materia de pocos y refinados humanos podrían converger en las páginas de un libro? Recién a mediados de los años noventa, los intelectuales entendieron que el fútbol guardaba demasiadas historias que merecían ser contadas y que representaban en cada acción un pedacito de la vida cotidiana.
La literatura sobre fútbol empezó a popularizarse y los escritores comenzaron a brotar desde los diferentes rincones de la literatura. Los primeros en difundir con éxito este género fueron Roberto Fontarrosa y Juan Sasturaian entre otros escritores que se propusieron hacer del fútbol un conjunto de hojas impresas.
La mala relación entre fútbol y literatura comenzó en 1880 cuando el escritor Rudyard Kipling despreció a ese deporte y a “las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan”. Desde ahí se produjo un desencuentro que dejó frases, agresiones, ironías, burlas y argumentos poco validos de escritores e intelectuales.
A pesar del distanciamiento, el fútbol y la literatura tuvieron representantes que interpretaron la belleza del deporte y las letras en forma conjunta. En los años veinte Juan Parra del Riego y Bernardo Canal Feijó escribieron “Penúltimo poema del fútbol” y Horacio Quiroga publicó “Suicidio en la cancha” un cuento basado en una historia real.
En el año 2003 la literatura futbolera tendria su propia editorial. Ediciones al arco nacio con la intencion de difundir cuentos e historias de fútbol. Nuevos escritores y libros se asomaron por los estantes de las librerias y generaron la atracción de muchas personas, que buscaban la relación entre la pelota y las letras.
En la actualidad los libros de fútbol ocupan varios estantes en las librerías. Entre tantas hojas se mezclan las historias buenas con las anécdotas que no merecen salir de la mesa de un café. El mercado de la literatura y el fútbol se agrandó tanto en lo últimos diez años, que obliga al lector a tener que distinguir entre buenos autores y aficionados con faltas ortográficas, entre relatos emocionantes e historias banales y sin sentido.
En la biblioteca están todos. El fútbol y la literatura ya están juntos pero todavía quedan algunos que se aferran al pensamiento borgeano, sin haber ido a la cancha ni saber que es una contratapa.
